11.1.08

Sir Edmund Hillary: todo un ejemplo de servicio y humildad


(El notable y ejemplar explorador neozelandés, y el guía sherpa Tensig Norgay, en el año en que conquistaron la cima del monte Everest).










A la memoria de mi papá, J. Islas Moreno (1939-2007), quien supo inculcar en su familia el gusto por leer, por investigar, por conocer y por pensar más y más cada vez.


ESTE 11 de enero de 2008, la primera ministra de Nueva Zelanda, Helen Clark. ha anunciado el fallecimiento del gran explorador Edmund Percival Hillary, quien recibió el título de Sir -caballero- a raíz de su hazaña en mayo de 1953: haber llegado a lo más alto del monte Everest, en la zona de los Himalaya, con la ayuda del sherpa Tensig Norgay.

Seguramente a mucha gente le importará poco el deceso de quien fuera apicultor buena parte de su vida, y quien además... (continuará)


3 de marzo, 2008.

He leído que el fallecido Sir Edmund no sólo fue capaz de alcanzar alturas tan considerables en sus expediciones a las montañas que casi tocan el cielo, a casi 9 mil metros de altitud. También tuvo suficiente humanidad y calidad para reconocer el apoyo tan grande que le otorgó Tensig Norgay y decenas de personas en los Himalaya.

Un dicho español enuncia que "es de bien nacidos ser agradecido", y eso se aplica a la perfección al admirable montañista y cultivador de abejas neozelandés. Tengo entendido que durante años, Hillary estuvo largas temporadas en aquellas tierras del sureste de Asia trabajando duro para que se edificaran escuelas y centros de asistencia para la población local. ¿Cuántas personas, con logros menores o verdaderamente triviales son capaces de dar su tiempo, su dedicación y sus buenas entrañas para ayudar a gente que lo necesita? Tristemente me parece que no tantas como podría haber.

Qué hueva, diría alguien.

Qué fuera de moda, diría otro.

Me importa poco. Prefiero seguir los ejemplos históricos de gente valiosa como Edmund Hillary, que destinar mis limitadas entendederas neuronales a tanta y tanta tontería como es capaz de crear mil o dos mil personas, sólo interesadas por los chismes de las "estrellas" latinoamericanas o joligudenses, o por ver qué diablos ha pasado con seudoactores o seudocantantes.

El carácter vano de tanta gente se contrapone, qué bueno, con historias casi olvidadas como la del señor Hillary. El ser humano bien podría ser más generoso, más educado, menos mediocre... pero al parecer como todo ello cuesta bastante, el ser humano -- más bien muchos seres humanos, no digo que todos-- opta por lo sencillo, lo que menos esfuerzo requiere, por aquellas banalidades que dan una satisfacción temporal y de escasa sustancia.

¡Qué bien!

Qué lamentable... diría yo.